Son las once de la mañana y me doy cuenta de lo tarde que es. Ayer me acosté tarde, pero más tarde me acosté anteayer trabajando en un proyecto. Esto ha provocado que la cabeza aún me de vueltas. Es sábado y recuerdo que hoy sería el día dedicado a fotografiarlo todo y cojo la cámara. Mis primeras veinte fotos son de los pasillos y habitaciones de mi casa, pues me centro más en la cámara y sacarlo todo que en hacer lo que realmente quiero, que es ir a al baño, a la cocina y desayunar. Por fin, tomo conciencia de que lo que tengo que hacer es vivir el día y hacer de la cámara mis ojos, apretar el botón inconscientemente. Así pues, voy al salón y veo National Geographic. En ese momento recuerdo mi proyecto, una residencia de profesores, y me dirijo a mi estudio improvisado, una habitación de la casa donde además de ropa para planchar dispongo de una mesa lo suficientemente grande como para estirar mis planos y dibujar sin problemas mis bocetos. Fotografío todos y cada uno de ellos. Esto lo hago inconsicientemente, ya sólo pienso en el proyecto. En ese momento me doy cuenta de que la cámara ya esta formando parte de mi. Bien... ¡Qué contraproducente resulta darse cuenta de ello! Normalmente proyectando las horas suelen pasar volando, pero revisando las fotos me doy cuenta de que se hacen muchas cosas antes, después y durante el proceso. Primero enciendo el ordenador y empieza el ritual: contraseña, espero un par de minutos, internet, facebook, marca, hotmail y messenger. Para cuando me doy cuenta ya tengo hambre y salgo de la habitación para ir como una bala hacia la cocina, al frigorífico. ¡Vaya! El frigorífico esta realmente lleno, perfecto. Me meto entre pecho y espalda una natilla y un melocotón en un tiempo record y vuelvo a la habitación. Los rodapies estan algo separados de la pared...mmm....habrá que comentárselo a mi padre. Mi lápiz. Gracias a el un par de fotos merecen la pena. veo cómo la mina se desgasta poco a poco y cómo los desechos sacados del sacapuntas crean ya un montoncito. Llegan mis padres a casa y sé que en breves será la hora de comer. Mi padre me hace una visitilla y le explico mi proyecto. En ese momento viene mi madre le ayudo a hacer la comida, arroz con conejo. Hemos comido tarde, ya son las cuatro de la tarde y la digestión empieza a hacer estragos en mi atención y no soy capaz ni de verñjoj laoisapfi televiiisionnnñaoujañfs.... Me quedo dormido sin remedio...¡¡Riiinngg!! ¡El teléfono! Es mi novia, me llama para quedar e ir a Ikea...ufff... ¡Qué pereza! Pero la verdad es que el favor me lo hace ella pues la estantería es para mi habitación del piso de estudiante de Pamplona. Pues allá voy, me levanto y abro el armario, me visto a todo correr y bajo al garaje. Abro la puerta y salgo, con cuidado, que vaya la que ha caido. Hoy no he mirado por la ventana y ni me había dado cuenta de que parece que ni siquiera ha amanecido, el día está tristón-tristón...Toda la carretera esta empapada y aún cae más agua. Hay mucho menos tráfico que de costumbre y el que hay va muy lento. Por fin llego a casa de mi novia y casi tengo que ponerme el traje de buceo para salir de un charco que se ha formado en el parking. Saco el móvil y le hago una llamada perdida para avisar de que ya estoy aquí. Espero los diez minutos de rigor escuchando Coldplay, y dejo todo preparado para que cuando entre se sienta cómoda. Mientras tanto observo a la poca gente que pasa por las calles con sus paraguas como escudo pues el viento tampoco da tregua...¡Qué frío! Con lo bien que se está dentro del coche...miro por el retrovisor y me veo con la cámara...Parezco un turista...¡en mi pueblo! En ese momento se me pasa por la cabeza retomar la siesta que he dejado a medias en casa... Pero la puerta se abre y entra ella. ¡Vamos tarde! Qué raro... Pasamos junto a un río y la Ertzaintza ha cortado un lado de la carretera porque el río ha empezado a desbordar y está inundando parte de la carretera. Pasamos sin mayor problema por la parte habilitada y cojemos la autopista. Ni se me ocurre sacarle una foto al del peaje, no creo que esté para bromas con este tiempo. En veinte minutos estamos en Ikea y recorremos sus caminitos, todos y cada uno de ellos creados para atraerte y no soltarte. Pero yo soy más cabezón y voy directo a la zona ocho, la de los armarios y estanterías. Ya que tengo la cámara aprovecho y saco fotos a las tres estanterías que más me agradan. Baratas. Bien. Por fin y tras recorrer más o menos mil kilómetros hasta la única salida, enorme por cierto, pasando por sus almacenes y demás lugares para atraer a un comprador con tiempo, salimos y vamos al garage para dirigirnos a cenar en un restaurante de comida rápida, el Krunch. Menú: doce euros de basura caliente. "Pal buche" ¡Ñam! ..."¡Corre, corre, que no llegamos! ¡Y deja ya esa cámara!" "Bonitas piernas, se te marcan los músculos cuando corres." Nos dirigimos al cine, ayer se estrenó la nueva película de Brad Pitt, "Malditos bastardos", y como buen aficionado al cine no me la puedo perder. Pagamos a toda prisa y nos sentamos. Al final nos sobran cinco minutos. Perfecto. Aunque disfruto mucho con esta película, esta parte no la puedo contar y mucho menos sacar fotos, asi que recomiendo encarecidamente verla. Por fin la lluvia ha cesado y volvemos a casa sin problemas. Me aseo y me preparo para meterme en mi cama, cojo mi libro "La escriba" y me quedo dormido lentamente, lo justo para dejar el libro en la mesilla y apagar la luz... Y mañana domingo, genial.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario